“Mi Dueño”
De tu traición, y del día de nuestra separación, muchos años han pasado. Según tú, de mi cuerpo y de mi ser, aún sigues adueñado. Pues con respeto, firmeza, y con mucha más fuerza de la que tu usabas para opacar mi persona, mi ser, y mi valor como mujer, hoy te digo, ¡estas equivocado!
Lo sabes, pero no lo quieres reconocer. El que tiene dueño, eres tú. No uno, sino varios. Te domina la droga, el alcohol, y quizás hasta tu nueva mujer. Como no te imaginas, yo te adore. Una pequeña muestra de mi gran amor por ti, son tus tres hermosas hijas, que en mi vientre lleve.
Mi dueño. Por buscar la felicidad, y por rehacer mi vida, permiso no te pido. A tus tres hijas, por verme feliz, les gustaría que un hombre nuevamente me hable cosas bonitas al oído. A ellas, les duele el pensar que por hacerlo, tú me hagas daño. ¿Qué es lo que corre por tu mente? Recuerda que fuiste tú el que me engaño. A ti, a pesar de tu traición, nunca te desee una maldición.
Mi dueño. Me gustaría que tus hijas no tuvieran este temor, y que siempre te recordaran con cariño. Platicando con ellas de mi futuro, nunca me he atrevido a contarles que muchas noches, con nuevamente encontrar la felicidad, yo sueño.