“Pienso En Ella”
Mientras mi mujer me acaricia, yo pienso en ella. Mi mujer me brinda un amor incondicional, puro y sincero. Algo que yo no merezco, pues por otra mujer, de amor me muero.
Para morir tranquilo, es necesario una confesión. No existe la forma de hacerlo, sin dañar su corazón. Mi mujer es comprensiva, por lo cual se que entendería mi situación. No tengo el valor de confesarle la verdad. Prefiero llevar mi secreto a la tumba, y guardarlo para siempre en la eternidad.
Acaricio a mi mujer, porque en su rostro, la veo a ella. Recuerdo sus tiernos besos, al rozar su piel. Sus besos eran dulces. Tenían sabor a miel. Sí, esos besos que con dulzura, a la orilla del mar me daba.
Pienso en ella. Extraño su pelo, su sonrisa, y su mirada coqueta. Recuerdo que con solo una mirada, me embrujaron sus ojos hechizantes. De ella, extraño todo, aunque hoy se que solo fuimos amantes.
Pienso en ella. Sí, siempre pienso en ella.