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“No Lo Creo”
Té veo, pero aún no lo creo. Hace veinticinco años, entraste al mundo. En aquel día, te tomé en mis brazos y respiré profundo. Parece que fue ayer. Aún no lo puedo creer.
“Un Testimonio”
“Un Testimonio”
Hoy, en estas humildes letras, les dejo un testimonio. Les confieso que soy un cobarde. Me dejo controlar por el alcohol y por ese vicio, perdí mi hogar y mande a mi esposa y a mis hijos al demonio.
¿Porque tomas?, la gente me pregunta. En ocasiones les contesto, “No sé” y en otras, “Porque me gusta!” Mi esposa me asegura que si sigo tomando, pronto encontrare la muerte. Pero a mí me vale madre! La muerte a mí no me asusta!
Cuando era solo un niño, de mis padres recibí poco amor y abrazos. Tristemente, de ellos, recuerdo más los madrazos. En mi soledad, yo mismo me pregunto si el alcohol es necesario para mis penas ahogar. Entre más tomo, mis pinches penas, dolor y sufrimiento hacen fiesta y en el alcohol, se ponen a nadar.
Comprendo que a mi cuerpo, el alcohol, le causa dolor. Mi alma y corazón están llenos de amor. Estoy deseoso de abrazar y besar a mis hijos diariamente. Al intentarlo, sin saber los motivos, me detengo de repente. ¿Sera que tengo miedo al rechazo o de recibir más amor del que puedo dar? Lo seguro es que mi botella de alcohol, ni en la tumba me puede rechazar.
“Encerrado En Mi Castillo”
“Encerrado En Mi Castillo”
Encerrado en mi Castillo, muchos años eh pasado. Intentando prosperar, la niñez de mis hijos nunca pude disfrutar.
Recuperar esos años es imposible. Pero ahorita diera todo, todo, por echar el viento atrás.
Mi Castillo me ha robado lo que más quiero en esta vida. A mi esposa y a mis hijos, comienzo a conocer, pues nunca me di tiempo, de con ellos platicar.
Tiempo lo tuve, mas no supe dedicar, esos minutos, esas horas, esos días, que hoy tanto, tanto, quisiera recuperar.
Para mí es muy tarde, lo sé. Ya mis hijos han crecido, mi esposa ha envejecido, y yo, y yo me encuentro triste y arrepentido, por no saber elegir, mi verdadero castillo.
“De Plata”
“De Plata”
Ante dios, hace 25 años, en el matrimonio, juramos nuestra unión. En aquel memorable día, en voz alta y ante la gente, en las buenas y en las malas, por siempre juramos amarnos. En ese mismo día, en silencio, a Dios le pedí por nuestro futuro y que me diera la fuerza para que a mi esposa siempre le pueda brindar felicidad y alegría.
Hace unos días, de plata fue nuestra celebración. Al celebrar con amistades, mis padres, familia, con mis hijos, mis nietas y mi esposa, los seres a quien tanto adoro, para mí, fue una celebración de oro.
Muchos padres de familia carecen de la experiencia de la vida. Tristemente, para ellos, el trabajo, las responsabilidades, las travesuras de sus hijos, las palabras de su pareja, y muchas cosas más, demuestran ser una inconveniencia y una lata. Gracias a Dios, de todo esto, yo diariamente disfruto. Los gritos de mis nietas son mi música y sus sonrisas son mi luz. Por esos padres que caminan dormidos y viven sin vivir, a Dios le pido les permita despertar, que vivan el momento, para que un día, ellos también puedan su boda de plata celebrar.
La habilidad y bendición de poder trabajar y el trabajo y esfuerzo de mi esposa y de todos mis hijos, en silencio, hora tras hora y en su presencia, yo diariamente aprecio.
Las experiencias que formaron la persona quien hoy soy, fueron múltiples y variadas. Gracias a Dios y a mis padres por traerme a este mundo. Gracias a mi Tío Juan, quien ya descansa en paz, por abrirme su corazón y sus puertas y por enseñarme el oficio de hacer pan.
Que la llamarada de amor, en nuestro corazón, siempre se mantenga encendida. Que Dios nos permita estar presentes y vivir cada momento como si fuera el ultimo que viviremos. Al hacerlo, sin decir una palabra, anunciaremos al mundo nuestra felicidad y gratitud por nuestra familia y por todo lo que tenemos.
De plata. Si. De plata fue nuestra celebración. La fuerza de nuestro matrimonio sobrepasó las tormentas iniciales que son muy común en una nueva relación. En la vida real, aunque muchos países las necesitan, tormentas de agua no ocurren con la frecuencia con la cual ocurren las tormentas en un vaso de agua innecesariamente creadas por un terrenal. Yo, de ese vaso, para satisfacer mi sed y continuar viviendo con harmonía y tranquilidad, prefiero el agua beber. Y porque no, si alguien más tiene sed, con mis consejos, mis acciones y mi forma de ser, enseñarles como beber de él.
Aquella hermosa celebración, por tradición, se le nombra Bodas de Plata. Al recordar esos gratos momentos, a solas, en silencio lloro. Para mí, ese día brillo más que el propio oro.