“No Soy Él”
“No Soy Él”
Antes de ser mía, fuiste de él. A su lado, viviste una vida cruel. Déjame amarte. Yo te haré feliz. Yo no soy él.
Antes de ser mía, fuiste de él. A su lado, viviste una vida cruel. Déjame amarte. Yo te haré feliz. Yo no soy él.
Sea cual sea tu opinión sobre esta foto, con mis letras, te comparto la mía. Lo que atrae a la paloma, no solo es la comida, sino la paz de esta señora, y su positiva energía. Con mis experiencias, este hecho lo tengo bien comprobado. Esfuerza tu mente un poco, y quizás recordarás que esto, tú también los has experimentado.
¿Cuando fue la ultima vez que visitaste tu restaurante favorito, en busca de su comida deliciosa? ¿Recuerdas tu experiencia, cuando la energía negativa de la mesera arruinó tu cena, porque en su mundo, ella es una diosa? Con tu familia, tu llegaste feliz, pues esperabas disfrutar de una cena deliciosa.
Si, la energía es contagiosa, pero tu cena se arruinó por otra cosa. Tu te encuentras en la misma frecuencia que la mesera. Energía negativa, atrae energía negativa. Cuando se encuentran, fácilmente, la chispa del conflicto se activa. Inclusive, quizás por eso te encuentres en una relación abusiva.
Ahora vuelvo a la foto. En ella, mis ojos ven tranquilidad, paz, confianza, amor y humildad. Estas mismas cualidades se requieren para alimentar y cultivar una relación sana, con un ser humano. Si mis palabras tocan tu corazón, y sientes el deseo te tomar acción, hazlo hoy. No esperes hasta que seas un anciano.
Mientras mi mujer me acaricia, yo pienso en ella. Mi mujer me brinda un amor incondicional, puro y sincero. Algo que yo no merezco, pues por otra mujer, de amor me muero.
Para morir tranquilo, es necesario una confesión. No existe la forma de hacerlo, sin dañar su corazón. Mi mujer es comprensiva, por lo cual se que entendería mi situación. No tengo el valor de confesarle la verdad. Prefiero llevar mi secreto a la tumba, y guardarlo para siempre en la eternidad.
Acaricio a mi mujer, porque en su rostro, la veo a ella. Recuerdo sus tiernos besos, al rozar su piel. Sus besos eran dulces. Tenían sabor a miel. Sí, esos besos que con dulzura, a la orilla del mar me daba.
Pienso en ella. Extraño su pelo, su sonrisa, y su mirada coqueta. Recuerdo que con solo una mirada, me embrujaron sus ojos hechizantes. De ella, extraño todo, aunque hoy se que solo fuimos amantes.
Pienso en ella. Sí, siempre pienso en ella.
El gran amor que mi humilde corazón te pudo ofrecer, tu nunca pudiste ver. Que lastima. Buscando oro, tu vida pasaste. Te enfocaste en lo material y el amor nunca encontraste. Que lastima.
Hombres buenos siempre te rodeaban. Humildemente, muchos de ellos, su amistad te brindaban. Algunos, con ser el amor de tu vida, cada noche soñaban. Regalos, flores y tarjetas, de ellos muchas veces recibiste. Por educación, estos regalos nunca rechazaste. Al llegar a casa, para que no te estorbaran, a la basura los tiraste. Que lastima.
Disfrazado de humildad, enterrado en lo más profundo de mi corazón, aun brilla el oro que tú siempre buscaste. Por su disfraz, en mi corazón, tu nunca escarbaste. Que lastima.
Contemplando tus decisiones y el camino que escogiste, hoy te encuentras sola y triste. Que lastima.
Quisiera verbalmente poder expresar lo que siento en esto momento. Las palabras, en mi mente las tengo. De gritártelas en tu cara, me detengo. Conozco la razon, pero no la comprendo.
Hoy por la noche, para expresar lo que te quiero decir, me pondré a escribir. Mi carta, con mi sangre sera firmada. Te la dejare en el buró para que la encuentres en la madrugada.
Para ese entonces, yo ya estaré lejos. Si me buscas, quizás me encuentres en un callejón, si no muerta, herida y desangrada.
Hace años, las calles eran su hogar y las drogas su alimento. Nadie creía en ella cuando nos decía que algún día sería elegante y bella. En aquel entonces, yo disfrutaba de un buen sueldo, una casa grande y deliciosos alimentos.
Ayer por la noche, mientras yo buscaba un lugar donde dormir, me la encontré de repente. Al momento, no la conocí, pero ella a mi si. De eso, ella no se sorprendió. Me extendió su mano y en su hogar, un cuarto me ofreció. La vida da vueltas.
Me contó de sus paseos por las calles en las cuales muchas noches durmió. Disfruto de ellos aunque le causaban tristeza porque ninguno de sus viejos amigos la reconoció.
Hoy, yo me encuentro donde estaba ella. Elegante y bella, hoy es ella. Algo que siempre nos decía que seria. A ella nunca le importo si nadie le creía.
Me confirmo que su vida en las calles fue muy dura. El pavimento fue su colchón y su comida fue la droga y la basura. Me preparo un alimento caliente y me regalo un abrazo duradero y lleno de ternura.
Con determinación y concentración, cambio su vida y mejoro su persona. Ella mejor que nadie, sabe que el hambre puede ser cabrona.
Busco mujer. Si, la palabra es singular. Busco solo a una mujer que aun sienta el deseo de amar. Quizás mas importante, busco a una mujer que se deje querer.
No me interesa la mujer que navega la vida con sus brazos cruzados. La que los utiliza como si fueran espadas. La mujer que siente miedo a lo incierto. La que falsamente cree que se protege de sus propias pendejadas.
Busco mujer. Si. Solo a una. No a la que antes de caminar, mira para ambos lados para así poder dar sus pasos bien calculados. Tampoco a la que quiere pisar en tierra firme antes de conocerme. Evito a esa mujer. A ella, no me interesa conocer.
Busco mujer. No a la que se toma dos horas para maquillarse, y dos mas para su pelo arreglarse. Huyo de ella, aunque luzca muy bella. Me da miedo pensar en la frialdad que pueda existir en su corazón, y en lo sucio que puede estar su casa y su baúl. Prefiero las flores y el aroma de un árbol de pirul.
Busco mujer. Busco a una que se quiera así misma, tal y como es. Busco a la mujer que ame vivir, y que desee escuchar de mis locuras. Busco a la mujer que tenga hambre de compartir sus historias, ya sea escritas o en pinturas. Busco a la mujer que sienta el ardor de conocer nuevas culturas.
Busco a una mujer. Solo una. Si, te busco a ti. Tu que vives la vida sin prisa, y que luces tu belleza interna en tus lindos ojos y tu brillante sonrisa. También te busco a ti. Si, tu quien sacrificas todo por tus hijos. Siempre te aseguras de llevarlos a la escuela limpios y bien alimentados. Tu, quien conoce y tiene compasión de los niños que carecen de amor, pero viven rodeados de lujos proporcionados por sus padres que aparentemente, viven felizmente casados.
Busco mujer. Solo a una. Si, te busco a ti.