“Un Testimonio”
Hoy, en estas humildes letras, les dejo un testimonio. Les confieso que soy un cobarde. Me dejo controlar por el alcohol y por ese vicio, perdí mi hogar y mande a mi esposa y a mis hijos al demonio.
¿Porque tomas?, la gente me pregunta. En ocasiones les contesto, “No sé” y en otras, “Porque me gusta!” Mi esposa me asegura que si sigo tomando, pronto encontrare la muerte. Pero a mí me vale madre! La muerte a mí no me asusta!
Cuando era solo un niño, de mis padres recibí poco amor y abrazos. Tristemente, de ellos, recuerdo más los madrazos. En mi soledad, yo mismo me pregunto si el alcohol es necesario para mis penas ahogar. Entre más tomo, mis pinches penas, dolor y sufrimiento hacen fiesta y en el alcohol, se ponen a nadar.
Comprendo que a mi cuerpo, el alcohol, le causa dolor. Mi alma y corazón están llenos de amor. Estoy deseoso de abrazar y besar a mis hijos diariamente. Al intentarlo, sin saber los motivos, me detengo de repente. ¿Sera que tengo miedo al rechazo o de recibir más amor del que puedo dar? Lo seguro es que mi botella de alcohol, ni en la tumba me puede rechazar.