“Tu Felicidad”
“Tu Felicidad”
Por hacerte feliz y por siempre complacerte,
mi vida hice a un lado. Si tu felicidad hubiese sido mi muerte,
con gusto, la vida me hubiera quitado.
Por hacerte feliz y por siempre complacerte,
mi vida hice a un lado. Si tu felicidad hubiese sido mi muerte,
con gusto, la vida me hubiera quitado.
Si tienes la dicha de ser madre, estas palabras son para ti. Si tus hijos de ti ausentes se encuentran, no te preocupes, pues en su corazón, ellos te guardan, y siempre piensan en ti.
Es una afirmación que el amor y sufrimiento de una madre nunca termina. En vida, aunque tu familia sea enorme, con tus bellos, y en ocasiones tristes recuerdos, te la pasas sola en tu cocina.
Obvia es tu alegría. Te encuentras feliz al ver crecer tu retoño, tus nietos, y su hermosa familia. Aunque sólo sea en ocasiones, Dios escucha tus oraciones. Sin aviso alguno, de repente tu hogar se llena con el calor y el amor de tu familia. Agradecida por esto, como la buena madre que eres, aprovechas estos momentos para brindarles tu gran amor de madre, y así demostrarles lo mucho que los quieres.
Si Dios Nuestro Señor ya te recogió, quizás tus hijos piensen que de ellos te alejo. Lo cierto es que desde el cielo los cuidas, y con tu gran amor de madre, limitadas sus tropiezos, e iluminas sus vidas.
Fue una tarde como esta, cuando de ti me enamoré. Recuerdo el minuto exacto, cuando te extendí mi mano, y te dije, “Ven. Acompáñame.”
Si tu ser lo dudo por un instante, en ningún momento me lo demostraste. Tomaste mi mano, y sin hacer una pregunta, a mi lado caminaste.
De esa memorable tarde, en la hora dieciséis, minuto veintidós, hoy se cumplieron treinta años. Yo tenia veintiséis, y tu veintidós, cuando juramos amarnos y cuidarnos, para siempre los dos.
Lo supe desde el primer momento en que te ví. Te pedí que me acompañes, cuando mi mano te extendí. Mas no te dije adónde, pero creo que tu ya lo sabias. Me acompañaste a mi vejes. Hoy mas que nunca, contigo quiero pasar, el resto de mis días.
Ven. Acompáñame. Ya no soy el joven, en el cual ciegamente confiaste. Ven, aun tengo mucho que mostrarte. Te prometo que nuevamente sentirás, lo que sentiste en aquella tarde, cuando de mi te enamoraste.
Ven. Acompáñame.
The time has come to say goodbye. I’m not sure why I can’t, but I really want to cry. Has my well of tears gone dry? Perhaps I have simply accepted that the time has come for you to die.
De niño, con paciencia, cariño y precaución, a las llantas de mi bicicleta, muchas veces parche. Aparte de obvio, en ellas, identificar el daño era muy fácil. Con un poco de agua y aire, su herida se mostraba aunque ausente estuviera el causante misil.
Al crecer, en mis aventuras amorosas, rompí corazones, fingí caricias y regale rosas a mujeres hermosas. Hoy, buscando un amor sincero, y deseoso de escuchar un simple \’te quiero\’, pienso en mi pasado y en el daño causado, mientras que en mi soledad, me arrepiento de muchas cosas.
Buscando ese \’te quiero\’, hoy me he dado cuenta que los corazones con cuales me encuentro, como las llantas de mi bicicleta solían estar, se encuentran dañados. Por mi historial y pasadas acciones, y porque fui el misil que daño corazones, quizás algunos piensen que no merezco el privilegio de poder querer a un corazón parchado. Aunque en veces pienso que por lo mismo, soy el hombre más adecuado.
Si tienes la fortuna de encontrarte con un corazón parchado, para no causarle más daño, aprende como acariciarlo. Sus daños no son obvios y el remedio para su sanación no está en una simple oración. Si tienes paciencia, cariño y precaución, ese corazón roto te dará la oportunidad de sanarlo.
Colores, amores, letras y dolores. El pintor, adora sus colores.
El hombre infiel, presume de muchos amores. El escritor,
juega con sus letras. La mujer fiel, escondes sus dolores.
En una ciudad grande y congestionada, vivía un niño, que mañana tras mañana, lloraba por su madre. Por obligación y respeto, al hombre quien emocionalmente de él abusaba, en voz baja y quebrante, padre le llamaba.
Las circunstancias y razones por lo cual su madre lo abandono, por él eran desconocidas. El niño tenía una idea, pues en la presencia de ese hombre, en la cara de su madre, siempre miraba tristeza y amargura. Lo que él sabe por seguro, es que su vida sin su madre, es una tortura.
Por muchos años, por no poder darle un hijo a ese hombre, su madre aguanto golpes y emocionalmente, ella sufría. Cuando en su vientre esa bendición llego, se puso feliz y contenta, pues ella estaba segura de que su vida cambiaria. Efectivamente, su vida cambio, pero no como ella quería.
En una madrugada, oscura y fría, en silencio, ella abandono su hogar y a su hijo, mientras su esposo dormía. Sus vecinos y conocidos, sin saber de su pasado, por sus acciones la juzgaron. De ella, todos pensaron lo peor. Nunca se imaginaron la fuerza y el valor que ella tuvo para salir de su casa en busca de una vida mejor.
Hoy, alejada de su hijo, sin extrañar el ‘hogar’ que sus vecinos y conocidos tanto le pedían cuidar, cada mañana ella escucha los llantos, y siente el dolor que su hijo expresa por ella. Antes que esposa, es madre. Ferozmente, en su fecha limite ella se mantiene enfocada. Lucha diariamente por salir adelante, y para poder progresar, pues sabe con exactitud la fecha en que por su hijo, ella va a regresar.
Hay quien me acusa de ser el responsable por sus éxitos. La verdad es otra. Yo no le enseñe a cantar ni a bailar. Tampoco le enseñe a jugar el deporte que hoy domina. Le sugerí que sus metas escribiera y eso le ayudo a que sus talentos descubriera.
Hoy, del día en que tome mi primer respiro, y exprese mi primer llanto, se cumplen cincuenta años. Como muchos de nosotros tendemos a hacer de vez en cuando, y aun mas en nuestro cumpleaños, contemplamos nuestras vidas, tomamos inventario de nuestros logros, y recordamos nuestros sueños.
Anoche, inexplicablemente soñé con mi gran amigo, José. A sus siete años, mientras jugaba a las canicas, con él, frente a frente me encontré.
Con su voz tierna, y mirándome a los ojos, me dijo, “oh, eres más o menos el hombre a quien muchas veces, de niño, yo me imagine.” De repente, dirigió su mirada hacia el cielo y en un tono decepcionado me dijo, “pero te falta mucho para ser el héroe a quien muchas noches soñé.”
Con su zapato de hule, roto y sucio, de la tierra, una líneas borro. Guardo sus canicas, se dio la media vuelta, y sin decir una palabra, lentamente, de mí se alejó. Repentinamente, apareció una luz brillante, y de mi vista, el niño desapareció.
Como si esa luz brillante hubiera sido una alarma, rápidamente, de mi sueño desperté. Hoy, sueño despierto, y a diario me pregunto, ¿para ser el héroe de ese niño, que me falta por hacer?
On our last night together, I was showered by your flow of tears. Together, we embarked on an impossible journey as we chose to ignore our fears. Reality has slapped us in the face. Now we both must face our spouses and children with disgrace.